La IlÍada
Libros que pienso es una
sección dónde plasmó lo que un libro me enseñó, a veces es una lección, en
ocasiones una queja, puede que a veces un libro nos deje algo más que una
historia, puede que nos deje pura y simple vida.
Advertencia:
Es
probable que en esta sección se encuentren spoilers de los libros a tratar.
“Porque
no hay un ser más desgraciado que el hombre, entre cuantos respiran y se mueven
sobre la tierra” Fragmento de La Ilíada.
¿Será cierto que nuestros destinos y lo que
constituye nuestro futuro ya está escrito por alguien superior y no lo podemos
cambiar?, no pude evitar hacerme esta pregunta mientras leía La Ilíada, porque
Hector, el protagonista, es fuerte, valiente, un esposo leal, un padre
entregado y un creyente ferviente, pero aún así los dioses han escrito su
destino con espantosa claridad, sin importar lo que haga va a morir a manos de
Aquileo.
Mientras vivió Hector no temió a la batalla e
hizo lo posible por proteger a los suyos, en combate era feroz y peleó más de
una vez con un Dios a su lado, protegiéndolo como un brillante escudo. Pero cuando
llegó su momento final fue la mismísima Atenea, una diosa, quien lo engañó y se
lo entregó en bandeja de plata a quien se convertiría en su asesino.
La vida es así muchas veces, caminamos
protegidos por un Dios, sin que nos roben, nos secuestren, nos atropellen o
simplemente nos dé una bala perdida, ¡es tan fácil morir en este tiempo!, pero
hay un escudo a nuestro alrededor, ¿por qué
la gente muere y nosotros no?, ¿por qué la vida nos sonríe?, antes de
ser asesinado Hector fue el héroe más grande que tuvo Troya, quizás éste
también es nuestro momento, el momento de ser héroes.
Hasta que no llegue el tiempo indicado puede
que los Dioses cuiden de nosotros, habrá pruebas que nos pondrán para mostrar
nuestro valor, trucos para ver qué tan agudos somos y más de un momento de
regocijo. Pero el destino es el destino. Cuando Hector murió él supo que
aquello era la voluntad de los dioses, como humano que era, vulnerable y
temeroso del más allá, luchó ferozmente su última batalla, Apolo, el flechador,
estuvo con él hasta el último momento.
Y cuando murió no lloró su desgracia ni pidió
razones a los Dioses, simplemente vio a Aquileo fijo a los ojos y vaticinó su
propia muerte a manos de su hermano. No
estaba triste, desconsolado o asustado, él aún luchaba de pie, hasta el último
minuto.
No soy un feroz guerrero como Hector, pero
quisiera que un espíritu inflamado me acompañara como él hasta el último
instante, que un Dios peleara conmigo mi última batalla y que se preocupara de
mi alma al finalizar mi vida. Siendo así podría decirle al sol, sin temor a
dudas, que no me arrepiento de lo que viví.
Hola!
ResponderEliminarEste es un libro que tengo muchas ganas de leer, pero tengo miedo de que se me haga pesado...
Por cierto, acabo de descubrir tu blog, te sigo!
Pásate por el mío si quieres, besos!
Ya pase por tu blog y te sigo, en cuanto al libro, al principio parece pesado, pero luego te apasiona en grado extremo, ¡no lo postergues más!, un beso
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