Título: La ciudad del crimen.
Subtítulo: Ciudad Juárez y los nuevos campos de
exterminio de la economía global.
Autor: Charles Bowden
A ser
sincera no quería leer este libro porque más o menos sabía lo que iba a
encontrarme, una realidad que quisiera olvidar, una verdad a gritos que
preferimos sea silenciada, pero de una u otra manera mi primo me convenció de
que lo leyera, aunque no queramos aceptarlo lo cierto es que las cosas
relatadas en este libro existen.
El libro es
una larga narración acerca de lo que se vive en Ciudad Juárez, en México como
país, la frontera norte y Estados Unidos. Ciudad Juárez, para quien no lo sepa,
es una ciudad de muerte que muchos localizan en el mapa por su siniestra cifra
de homicidios contra mujeres, pero lo cierto es que reparte cadáveres a diestra
y siniestra, sin distinción de sexo o edad.
El ejército
es representado como una máquina de poder insaciable, el gobierno podrido y
poco ducho a la hora de ofrecer acuerdos, los narcos como una bestia oscura que
se come todo. Sicarios que cuentan sus historias, su tiempo en la organización,
su modo de operar. Asesinos profesionales entrenados por el ejército
estadounidense que ven con repulsión a los “nuevos”, esos asesinos de quinta
que matan por el afán de matar, porque sí, el asesinato ya es profesión y
existen expertos y simples aficionados.
No puedes
confiar en nadie y la prensa no puede abrir la boca porque cada suspiro puede
ser su sentencia de muerte, estamos en el país de “no pasa nada”, mientras
tomas un café tranquilamente en tu casa allá afuera hay cabezas cortadas,
cuerpos deshaciéndose en aceite hirviendo, torturas, violaciones…
Aunque el
libro podría tomarse como una larga investigación que pasa de un hecho a otro y
menciona a varias personas y sus casos particulares hay un personaje recurrente
“Miss Sinaloa”, una mujer cuyo único mérito fue ser guapa (porque la insensatez
le sobraba), aunque no se merecía lo que le paso, terminar violada en masa y
loca por consecuencia.
Yo le otorgo 8.3/10 a más de la mitad del libro los datos
empiezan a volverse repetitivos, la locura que corría desbordada empieza a dar
vueltas en círculos, ambos, el lector y el autor, empiezan a sufrir un proceso
de desensibilización espantoso. Así que te cuenten que un cuerpo fue encontrado
torturado en tal lugar empieza a carecer de sentido e importancia, es espantoso
lo bien que el ser humano se adapta a su realidad.
“Sin
embargo cuando Dios me libera sigo siendo un lobo. No puedo convertirme en un
cordero. Sigo siendo una persona terrible, pero ahora tengo a Dios de mi lado” Testimonio
de un ex sicario.